¡FELIZ CURSO NUEVO!

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En un par de días vuelvo a meterme en un aula de instituto. Calculando, calculando…me salen ya más de 15.000 clases. Como diría mi difunta abuela “Mumácarmen”: “¡Recoñoooo!”

¿Miedo? ¿Cansancio? ¿Inercia? ¿Ilusión? ¿Desafío? ¿Másdelomismo? ¿Algo nuevo? Do my best/worst? ¿Quiero? ¿Puedo? ¿Sé?

Es un reto. Un privilegio. Una invitación a la pelea por algo grande, trascendente. O un abrazo a la inercia y a la complicidad con un desastre que siempre queremos creer ajeno. Espero que no.

Vuelvo a mi trabajo, a lo que me apasiona, preocupa, desespera, enamora, deprime, motiva. Sí, son verbos compatibles. Todos.

Me quedan 10 meses de mucho trabajo, de algunas broncas, de decepciones, alegrías, cabreos, satisfacciones. Orgullo, vergüenza. Frustración, logros. Entre 90 y 100 horas juntos en un aula de ESO o Bachillerato con cada grupo. ¿Fingiendo que aprenden mientras finjo que les enseño? Hemos conseguido que esos dos verbos apenas se hablen. ¡Qué disparate!

Horarios (¡momento cumbre!), calendarios, trajín de libros de texto (uno de los agujeros negros de la Educación, uno de los frenos de mano a los que nos aferramos con desesperación mientras nos quejamos de que el coche renquea), libretas, listas, puertas de aulas. La primera clase. El primer combate o el primer atisbo de complicidad. Teatro. Mucho teatro. A los dos lados.

Repaso las leyes, normativas…para preparar mi asignatura; la LOMCE y la no LOMCE. Por cierto, dicen prácticamente lo mismo. Y casi todo razonable, y casi todo deseable, y casi todo sensato. Y casi todo lo que NO hacemos en nuestras clases. Todas las leyes educativas…y van… ¿siete?. Todas las que no nos hemos leído. Todas las que jamás hemos aplicado en nuestro trabajo en clase más allá de lo que las aplicaran los libros de texto (¡otra vez!). Otro disparate: cambiar de ley cada cuatro o seis años. Sin haberlas leído ni aplicado. Habiéndole reído la gracia a quien las despreciaba desconociéndolas. Habiéndole engrasado el camino a quienes escondemos nuestra ineptitud en la de los políticos y las políticas educativas. Todas las ineptitudes lamentables y prescindibles. Habiendo mirado para otro lado ante lloriqueos, discursitos autocomplacientes y auto-exculpatorios como parapeto del puro y duro escaqueo profesional.

En un mundo cambiante, abrazado a la innovación…le damos toda la credibilidad a quien se aferra (¡como si no hubiera mañana!) a la carpetovetónica carpetita de lo que aprendieron hace décadas y a cómo se lo enseñaron. Poco y mal, por cierto. Otro disparate. Algunos lo llevamos en silencio, como las almorranas, otros perpetramos discursitos en los que, ¡oh, casualidad!, nunca somos parte del problema, ni mucho menos de la solución. ¡Encima!

No hay ingenuidad, ni ignorancia. Sabemos perfectamente qué, cómo, cuánto, por qué no funciona…pero seguimos abrazados a la inercia inoperante. A los exámenes y a la evaluación que no nos informan de nada útil ni ayudan a los alumnos a aprender. A los materiales ajenos y desconectados de lo que realmente podría ayudar al milagro del aprendizaje. A las programaciones falsas. A la inspección inoperante o, peor, obstaculizadora. A los alumnos que aprenden a no aprender. A los enseñantes que no rendimos cuentas por no enseñar. Es cuestión de prioridades. Del término marcado y no marcado. De lo esencial y de lo accesorio y accidental.

Un par de días. Primera clase. 60 (o más) ojos escrutando, midiendo, esperando, exigiendo, retando, pidiendo, boicoteando mi trabajo. Mi compromiso. Mi coraje. Mi ineptitud. Mi cobardía. Mis cojones. Mi pasión o desprecio por el trabajo más hermoso del mundo. Su poquito de teatro, su toquecito de ilusión, su pellizco de pasión por algo hermoso y deseable, sus listas, libros, pantallas, pizarras, frases….tras las que esconderse o sobre las que construir algo poderoso. Difícil, muy difícil. Frustrante. Ingrato. Pero hermoso.

Busquen algo hermoso, poderoso, trascendente… en la vida que no cueste sangre, sudor, lágrimas y mucho esfuerzo (siempre nos lo dejamos atrás en la cita churchilliana). También es nuestra obligación enseñarlo. Si les enseñamos a nuestras criaturitas que el aprendizaje, la excelencia, la felicidad…todo lo deseable y necesario están a la vuelta de un click en una pantalla o que salen en latas…se encontrarán con un guasap diciendo gilipolleces o con unos mejillones en escabeche. Nada más.

Acepto encantado pero concernido el reto. Nunca volveré a enseñar este curso, a esos chavales con esa edad, con la mía. Nunca volveré a empezar mi trigésimoprimer curso. No puede darles igual. No puede darme igual.

¡Alataquerrrrllll!

¡Noniná!

2 respuestas a «¡FELIZ CURSO NUEVO!»

  1. Amigo (todavía …online): De acuerdo con todo lo que dices hoy. Yo me jubilé hace diez años con 3.000 exalumnos en la mochila de mis recuerdos, de mi aprendizaje de realidaddes. Animo y al toro aunque de cornás…. Estoy escribiendo una segun da edición de mi libro «Aprobar o Aprender» y me gustaría terminarlo de escribir con algunos compañeros de fatigas como tu currantes de aula. Quiiero añadirle a las «dificultades de la Secundaria» nuestra experiencia de lo que Internet, la Red está dificultando la buena enseñanza y sobre todo el aprendizaje de calidad. Un abrazo, Enrique Bono

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